Fue entonces un día, de manos secas de uñas sucias, de cuartos humanos, de corazones y almas, y fue entonces que los enanitos huyeron, cuando al alejarse se sintieron gigantes de cuentos, y perdían el mando de ellos, dejando las puertas abiertas para los recuerdos, para los guerreros, y fue entonces que los enanitos crecieron...

-Angélica M. Coderque-

17/3/09

Contaminame

Contaminame

Habítame mientras duermo,
Y exprime el humo de mi corazón,
En cada beso, en cada suspiro,
Y contamíname con tus reclamos,
Y destrúyeme con tu cuerpo,
Dame un instante, dame un delirio,
Pero por favor mientras duermo… Contamíname
Y asegúrate de que en verdad si estoy en un sueño,
Que cuando despierte no se salga el corazón de mi cuerpo,
Como queriendo escapar de mi,
Como queriendo huir de las sombras que lo abrigan cada mes,
Y de vez en cuando en invierno.

Claro que te escucho cuando salgo de la caja,
Claro que puedo sentirte mientras parezco inerte,
Claro que te amo… amándote con dolor,
La frescura de la mañana siempre me recuerda en tus memorias,
Como un tinto frio, sigo estando aquí,
Sigo sintiendo sigo viendo,
Sigo teniendo el mismo sabor aunque solo este fría,
Y mis ojos se confundan entre las locuras de la noche,
Y las viejas calles de la ciudad casi perdida.

Creo que esta nevando,
Y que el frio se vuelve calor con el paso del tiempo,
Y tengo pequeñas pecas de sudor por el cuerpo,
Manchas de tristezas, corazones rotos,
Puntos de avaricia, de vicio, de descontrol,
De sed… de abundante sed de ti,
De tu dolor… del dolor que me das,
Y de esa exquisita dosis de amor macabro,
Que suele suceder a 5.000 mil fresas de la tierra.

Estoy dispuesta a salir de noche,
A explorar por hay,
Y no llevar zapatos, no cargar abrigo,
Solo contigo quiero escapar sin mapa,
Quiero dirigirme a ningún lugar,
Subirme en el tren que va hacia la desdicha,
Y en cada parada ir cambiando los motivos,
Desasiéndonos de los pasajeros indecisos,
E Invitando a pasar a los pocos que visten de color,
Ir transformando el hierro, construyendo vagones de caramelo, y asientos de algodón,
Y no bajarnos nunca,
Convirtiendo nuestro transporte,
En ciudades con innumerables fantasías,
Millones de aventuras, y toneladas de ilusión.


Autor: Angélica Paola Muñoz Coderque.