Fue entonces un día, de manos secas de uñas sucias, de cuartos humanos, de corazones y almas, y fue entonces que los enanitos huyeron, cuando al alejarse se sintieron gigantes de cuentos, y perdían el mando de ellos, dejando las puertas abiertas para los recuerdos, para los guerreros, y fue entonces que los enanitos crecieron...

-Angélica M. Coderque-

20/11/10

Huir

Extraviarme en el infinito, adherirme en un trance psicodélico y no emerger de ningún modo,

ser humedad, ser delirio, ser soplo y ser nada,

concebirme en un río de agua congelada y dilapidar cada movimiento del cuerpo, cada pensamiento, cada visión, cada sabor y cada olor,

disipar todos los sentidos salvo la vista, y conseguir mirarte eternamente sin crear quimeras para traerte a mi,

huir de todo y dejar un cuerpo indolente, sin ímpetus, ni ansias de seguir,

un cuerpo que a menudo actúa solo, y no tiene reparos en correr al costado de lo real,

destruye cuando pretende aliviar, habla cuando quiere silenciar,

se enamora cuando anhela dejar esa sensación atrás…

como marioneta y titiritero todo movimiento y cada verbo se tornaron ajenos,

pues sobre las tablas al ver la pantomima no se distingue quien es el bufón, y quien es el teatrero.

2/11/10

Sigilio

Y sentir sus heladas manos me hizo despertar,
de su afecto dañino que me afecta,
y del amargo sabor de labios mundanos
que se desvanece con su profundo mirar,
como el humo se disipa en el aire,
sigilosamente inhumándose en el tiempo, en la noche y en mi sed…

Sospecho que ahogara de colores mi alma,
y al abrir de nuevo los ojos, dos lagrimas caerán,
por la luna que cada noche se aleja, y palomas que se van detrás
al escapar de esta espinosa irrealidad,
este cuerpo también se irá con los ojos vendados
sin querer atender más a los gritos inquietos que desboca el corazón,
ajustando ranciamente con las manos hasta suprimir
cada latido que es provocado por el sonido de su voz.