Fue entonces un día, de manos secas de uñas sucias, de cuartos humanos, de corazones y almas, y fue entonces que los enanitos huyeron, cuando al alejarse se sintieron gigantes de cuentos, y perdían el mando de ellos, dejando las puertas abiertas para los recuerdos, para los guerreros, y fue entonces que los enanitos crecieron...

-Angélica M. Coderque-

23/5/13

Salomé


Me has atravesado el alma con tus miradas de cristal afilado; aún recuerdo esa tarde cuando llamaste actuando con tus palabras mal dichas, tus extranjerismos, tus disimulos. La bailarina parecía actuar para la música que venia con la noche, pudo ser real o pudo ser el ron que nublaba mis hemisferios dejando solo ver tu nombre en pantalla. Salomé ahora has llegado de la misma forma en que te fuiste, con el aliento a cenizas, la piel en explosión, y el alma envuelta en vapor.

Escribo para ti aun sabiendo que estas hecha de muchas mujeres, que has acumulado asfalto, que te has vuelto predecible. Es preciso contarte que la casa esta un poco descuidada, las paredes en pocos días quedaron hechas ruinas, pero en el piso dejaste algunas huellas de cuando te marchaste. Yo tampoco me fije bien en su cuidado a ese sitio no pienso volver, quedamos oliendo a miedo, perdimos algo de visión.

Si lo notas Salomé verás que hay una fuerza invisible que me lleva hacia el abismo, que me atrae hacia ti, al vacío de tu cintura, a tus labios tan devorables, a tu silencio voraz. Me he vuelto inmune al dolor que causaste, pero sigues siendo mi debilidad latente.

Hago parte de la multitud hechizada con tus caderas que van por ahí de lado a lado, haces parte de los murmullos, de los afilados rechazos. Te han deslumbrado con utopías, te sentiste en lo alto y ahora que lo ves, vas con los pies descalzos; hace un tiempo te habría dado mis zapatos, pero Salomé de la derrota aprendí que eres tú quien debe andar sus pasos.

Tus labios siguen siendo un tobogán sin rumbo y tus ojos un laberinto, pero ahora busco en ellos donde esta la mujer que se perdía en mi. Ya no pretendo descifrarte Salomé, eres tú la única responsable de sus actos. Me he liberado de tus cadenas, pero se siente bien cuando voy de tu lado. Ya no hay sospecha, no hay espera, no hay más camino que el que veo paso a paso. Ya no te acompaño ¿lo ves?, es el destino quien nos esta acompañando. Has dejado de ser terreno baldío, tus sentires ya no pueden hacer tambalear mis pasos; he recobrado el control, el extrañarte lo he manejado, amarte no va a ser un problema, tampoco me trasnocha tu pasado. 

Tú sigue sintiendo extravagante, sigue cambiando de piel, sigue enredando las frases, de eso no depende mi amor, mi amor depende de mí, de lo que yo pueda sentir al sujetarte entre mis brazos.