Fue entonces un día, de manos secas de uñas sucias, de cuartos humanos, de corazones y almas, y fue entonces que los enanitos huyeron, cuando al alejarse se sintieron gigantes de cuentos, y perdían el mando de ellos, dejando las puertas abiertas para los recuerdos, para los guerreros, y fue entonces que los enanitos crecieron...

-Angélica M. Coderque-

4/1/19

Mitómanos



Corremos como gacelas, dando zancadas por los aires, arrasando del suelo las huellas, perdiendo todos los sentidos. Vamos a toda prisa sin ser alcanzados y sin alcanzar a nadie, dando círculos en nuestro propio eje; remolinos de polvo, fouetté en tournant... descontrolándonos sin dejar de planear cada paso. 

Gritamos ¡No me dejes por favor! Aferrados a la soledad y tan llenos de todo pero hundidos en la melancolía. Cabalgando nuevas tierras, estrenando camuflajes cada fin de año pero acurrucados en la noche cuando nadie nos ve. Con la equivocación en las manos y exclamando ¡Esta vez acerté! Como niños que no saben perder. Fingiendo que la vida sigue aunque las motivaciones cambien cómo cambia la iglesia católica de posición. Buscando un oficio estable para olvidar las penas sin siquiera mantener el equilibrio cuando estamos en píe. Andando calle arriba y calle abajo buscando una ubicación que sabemos es inexistente. Escupiendo al cielo y maldiciendo al pasado que una vez dijimos era para siempre.