Iba tarde. Prefería mirar al frente y teniéndote a mi lado, nunca te vi.
Me demoré y mientras mis lagrimas eran ajenas, tu limpiabas del suelo mi llanto, sostenías mi mano y evitabas mis caídas aunque yo replicaba que estaba sola y que conocía el fondo.
Impuntual, corría para llegar algún lugar, tú me tomabas entre los brazos y suplicabas por un poco de mi. Curabas mis heridas, disimulabas las tuyas.
Ciega y completamente llena de arrogancia quemé todos los caminos y aunque tu mano siempre estuvo sobre mi hombro, nunca te vi.
Ebria de resentimiento, señalando a la multitud, juez y verdugo pero ciertamente culpable. Perdida y llena de angustia sin saber que ese instante a tu lado era todo lo que necesitaba.
Yo llorando, tú riendo. Yo gritando, tú en silencio. Yo amando, tú sufriendo. Yo yendo tarde, tú siempre yendo a tiempo.
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