Extraviarme en el infinito, adherirme en un trance psicodélico y no emerger de ningún modo,
ser humedad, ser delirio, ser soplo y ser nada,
concebirme en un río de agua congelada y dilapidar cada movimiento del cuerpo, cada pensamiento, cada visión, cada sabor y cada olor,
disipar todos los sentidos salvo la vista, y conseguir mirarte eternamente sin crear quimeras para traerte a mi,
huir de todo y dejar un cuerpo indolente, sin ímpetus, ni ansias de seguir,
un cuerpo que a menudo actúa solo, y no tiene reparos en correr al costado de lo real,
destruye cuando pretende aliviar, habla cuando quiere silenciar,
se enamora cuando anhela dejar esa sensación atrás…
como marioneta y titiritero todo movimiento y cada verbo se tornaron ajenos,
pues sobre las tablas al ver la pantomima no se distingue quien es el bufón, y quien es el teatrero.