Fue entonces un día, de manos secas de uñas sucias, de cuartos humanos, de corazones y almas, y fue entonces que los enanitos huyeron, cuando al alejarse se sintieron gigantes de cuentos, y perdían el mando de ellos, dejando las puertas abiertas para los recuerdos, para los guerreros, y fue entonces que los enanitos crecieron...

-Angélica M. Coderque-

20/11/10

Huir

Extraviarme en el infinito, adherirme en un trance psicodélico y no emerger de ningún modo,

ser humedad, ser delirio, ser soplo y ser nada,

concebirme en un río de agua congelada y dilapidar cada movimiento del cuerpo, cada pensamiento, cada visión, cada sabor y cada olor,

disipar todos los sentidos salvo la vista, y conseguir mirarte eternamente sin crear quimeras para traerte a mi,

huir de todo y dejar un cuerpo indolente, sin ímpetus, ni ansias de seguir,

un cuerpo que a menudo actúa solo, y no tiene reparos en correr al costado de lo real,

destruye cuando pretende aliviar, habla cuando quiere silenciar,

se enamora cuando anhela dejar esa sensación atrás…

como marioneta y titiritero todo movimiento y cada verbo se tornaron ajenos,

pues sobre las tablas al ver la pantomima no se distingue quien es el bufón, y quien es el teatrero.

1 comentarios:

Cami dijo...

me encanta.

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