Fue entonces un día, de manos secas de uñas sucias, de cuartos humanos, de corazones y almas, y fue entonces que los enanitos huyeron, cuando al alejarse se sintieron gigantes de cuentos, y perdían el mando de ellos, dejando las puertas abiertas para los recuerdos, para los guerreros, y fue entonces que los enanitos crecieron...

-Angélica M. Coderque-

24/12/10

¿Y las violetas?

Abrir los ojos es cruzar puertas ahora que todo se ha tornado gris, y como gato en la negrura es donde percibo que hay una ausencia nociva en mi aliento, hay lagrimas que descienden al ver la realidad, y lo que escribí sobre el papiro parece esfumarse en una ciénaga de disimulos. Aún miraba el cielo y pretendía poder ver su auténtico matiz, aún admiraba las estrellas y distinguía estrofas de vapor, hoy cruzo portones y no sé donde existo.

Te tracé perfecta en sueños, con tu equipaje de fantasías, y globos de utopías al rededor, cargabas una capa de esas que no dejan comprender, y yo llevaba lentes de los que hacen caer, eran días claros y noches de luna , eran tiempos pequeños y lapsos gigantes , te vi partir a sembrados de margaritas, una noche fueron rosas, hubo girasoles y algunas amapolas, ¿y las violetas?…

Las violetas no crecieron, no fueron regadas, no logré el color púrpura en sueños, y tanto que lo anhelé. Cuando era abril y los zapatos eran talle 20, aún creía ver el absoluto tornasol del ser, aún corría intimando alcanzar el anochecer, y me balanceaba entre tabiques de viento para no pisar insectos de color marrón. Sigo siendo 20 y ya no distingo la aurora, ya no alcanzo mariposas solo las veo caer, ya no sueño, intento recordar, ya no creo, ahora ensayo no abortar, ahora te veo y no distingo lo que veía en ti, esa semilla partió con la corriente, y se riega por ahí.

Falséame otra ves y aún ahora pretenderé que existen nubes voladoras y montañas de papel.

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