Una herida que no seca, que no cierra y que huele a dolor se abre paso por el cuerpo. Los poros de la piel, quebrados, a pedazos van cayendo como arcilla seca, se van las alegrías como boronas en sus manos, se deslizan las ilusiones, se escapa la fe. Una niña con falda a los talones grita con los labios sellados, diminuta y con los ojos secos busca ciega una salida, manos gigantes la retienen, atan sus pies, secuestran su alma y la ahogan en silencio.
13/11/15
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